Escuela española; segundo tercio del s. XVI.

Escuela española; segundo tercio del siglo XVI.
“San Juan evangelista y san Bartolomé”.
Madera tallada y policromada.
Presenta restauraciones.
Medidas: 81 x 112 x 6 cm.
Nos encontramos ante un relieve de gran valor artístico y devocional, realizado en madera tallada y policromada, fechado en el segundo tercio del siglo XVI y atribuido a la escuela española, probablemente dentro del ámbito castellano, donde florecieron numerosos talleres de imaginería sacra durante el Renacimiento tardío.
La pieza, de formato rectangular presenta dos figuras dispuestas simétricamente a los lados de la composición que se divide en dos espacios, creando así un diálogo visual que resalta tanto su individualidad como su complementariedad. A la izquierda, se representa a San Juan Evangelista, identificado por su juventud idealizada, su rostro sereno y el atributo inconfundible de la copa, símbolo de su martirio frustrado según la leyenda dorada. En el extremo opuesto, se encuentra San Bartolomé.
Ambas figuras están tratadas con un alto grado de detalle especialmente visible en los rostros, el cabello y los pliegues de los ropajes, que muestran una clara influencia del Renacimiento italiano, pero reinterpretada a través del prisma expresivo hispánico. El tratamiento anatómico, aunque idealizado, muestra un conocimiento profundo del cuerpo humano y un interés por la naturalidad de la pose, heredado del humanismo renacentista. No obstante, la expresividad de los rostros y la intensidad espiritual remiten ya a la sensibilidad manierista que comenzaba a aflorar en el arte religioso hispano de mediados del siglo XVI.
La policromía enriquece la escultura con tonos vivos y dorados que resaltan los volúmenes y otorgan a la obra una dimensión simbólica y ceremonial. El dorado aplicado en estofados y detalles de los mantos remite al gusto por lo fastuoso que caracterizaba el arte litúrgico en este período, pensado para impresionar al espectador y subrayar el carácter sagrado de las figuras.
El segundo tercio del siglo XVI fue una época de transición y síntesis en el arte español. Mientras se afianzaban los lenguajes del Renacimiento, ya comenzaba a insinuarse la tensión emocional y espiritual que desembocaría en el Barroco. En este contexto, la escultura religiosa en relieve tuvo un papel fundamental, tanto en retablos como en conjuntos devocionales, al permitir una narrativa visual clara, de impacto inmediato, y una conexión directa con el espectador.
La elección de San Juan y San Bartolomé no es casual. Ambos apóstoles representan modelos distintos de fidelidad y sacrificio: Juan como testigo del amor y la revelación, Bartolomé como emblema del martirio físico y la fortaleza espiritual. Su presencia conjunta en el relieve sugiere un discurso teológico que une la contemplación y la acción, la palabra revelada y el testimonio corporal.