Lámpara de pie modernista atribuida a Josep Puig i Cadafalch, ca. 1890

Lámpara de pie modernista atribuida a JOSEP PUIG I CADAFALCH (Mataró, 1867- Barcelona, 1958), ca. 1890.
Hierro forjado y policromado.
Pantalla de pergamino.
Electrificada.
Presenta marcas de uso y desgaste.
Medidas: 205 x 60 x 60 cm.

Con unas dimensiones monumentales, esta lámpara Art Nouveau atribuida al maestro Josep Puig i Cadafalch no es solo un objeto funcional, sino una auténtica escultura luminosa, concebida para presidir espacios interiores y ejemplificar el ideal modernista de integración entre arte, artesanía y vida cotidiana. Responde en su totalidad al savoir faire de Puig i Cadafalch, quien es actualmente recordado como uno de los grandes nombres del modernismo catalán.

Lámpara de pie modernista, ejemplo destacado del lenguaje decorativo del Art Nouveau aplicado a las artes del hierro. La estructura está ejecutada en hierro forjado y policromado, trabajado con gran virtuosismo técnico. El fuste central adopta una forma helicoidal, que refuerza la sensación de ascenso orgánico tan característica del modernismo. Desde él se desarrolla una rica ornamentación de motivos vegetales y florales, visibles tanto en los brazos superiores como en la base, donde los elementos curvilíneos se abren como tallos y hojas en expansión.

La pantalla de pergamino, de perfil abombado, se integra armónicamente en el conjunto mediante una montura metálica decorada con hojas estilizadas y pequeños motivos florales, creando un delicado juego entre la luz tamizada y la silueta vegetal de la lámpara. El tono cálido del pergamino contrasta con las pátinas del hierro, acentuando su carácter ornamental.

La base trípode, de líneas curvas y apoyos abiertos, garantiza estabilidad al tiempo que prolonga el ritmo orgánico del diseño. La pieza ha sido electrificada, adaptándose a su uso contemporáneo, y presenta marcas de uso y desgaste acordes con su antigüedad, que refuerzan su autenticidad y valor histórico.

Como arquitecto, Puig i Cadafaclh fue discípulo de Lluís Domènech i Montaner, y es considerado el último representante del modernismo y el primero del novecentismo. Inició su carrera dentro del estilo modernista de su formación, revelando en obras como las casas Amatller, Martí, Terradas o de les Punxes una cierta influencia nórdica. Tras este primer periodo, desarrollado entre 1895 y 1905, evolucionó hacia un lenguaje que podría definirse como idealismo racional, basado en los gustos de la nueva alta burguesía, que cristaliza en edificios diseñados con un criterio más racional y práctico, como ejemplifican las casas Trinxet, Muntades y Company. Finalmente, su periodo de madurez es monumentalista, y se desarrolla en torno a la preparación de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, de la que Puig i Cadafalch fue el arquitecto principal. Se inspira ahora en la arquitectura romana, si bien incorpora también elementos típicos de Valencia y Andalucía, siendo el resultado de un atractivo estilo neo-barroco. En paralelo, mostró también gran interés por la arquitectura estadounidense, y llegó a diseñar la Casa Pich inspirándose en Louis Henry Sullivan. Asimismo, desarrolló una importante labor como historiador del arte. Durante la Guerra Civil se exilió en París, y allí se dedicó principalmente a la docencia de arquitectura e historia, siendo nombrado doctor honoris causa por varias universidades, entre ellas la de París. A su regreso el nuevo régimen no le permitió ejercer como arquitecto, por lo que se dedicó a la restauración de edificios históricos.