Pareja de apliques Louis Philippe; segunda mitad del s. XIX.

Pareja de apliques Louis Philippe; segunda mitad del siglo XIX.
Bronce dorado.
Medidas: 58 x 48 cm (x2).
Esta pareja de apliques murales, ejecutada en bronce dorado durante la segunda mitad del siglo XIX, representa una manifestación característica del gusto decorativo bajo el reinado de Luis Felipe I de Orleans (1830–1848) y su prolongación estilística posterior. Cada aplique presenta una estructura compleja, con múltiples brazos que emergen en elegante curva desde una base ricamente ornamentada, la cual incorpora la figura de un putto (niño alado o querubín), recurso iconográfico frecuente en la ornamentación de raíces clasicistas y barrocas.
La composición destaca por su dinamismo y su equilibrio visual: los brazos de luz se despliegan en forma radial, sosteniendo un total de cinco puntos de luz cada uno, cuyas copas están cuidadosamente decoradas con motivos vegetales, roleos, y flores de inspiración rococó. El tratamiento del bronce evidencia un alto grado de refinamiento técnico, con un cincelado detallado y un dorado cálido que, en su momento, habría realzado la calidad luminosa del conjunto.
El estilo Louis Philippe se inscribe en un periodo de transición dentro de las artes decorativas francesas, caracterizado por un eclecticismo elegante y moderado. Aunque menos ostentoso que el estilo imperio de comienzos del siglo XIX, este estilo mantuvo una fuerte inclinación hacia el historicismo, recurriendo a formas inspiradas en el Renacimiento, el Barroco y el Rococó, pero suavizadas con una sensibilidad más íntima y burguesa. Estos apliques encarnan precisamente esa síntesis: por un lado, la exuberancia formal heredada del siglo XVIII; por otro, la domesticación de lo ornamental en función de interiores más privados y confortables.
Durante esta época, la burguesía ascendente se convirtió en un nuevo comisionista del arte decorativo, deseosa de mostrar su prosperidad a través del amueblamiento de sus residencias. Los apliques de bronce dorado fueron elementos clave dentro de este lenguaje visual, ya que no solo proporcionaban iluminación (primero a vela, luego adaptados al gas o electricidad), sino que funcionaban como piezas decorativas autónomas, integradas en composiciones murales junto a espejos, relojes o tapicerías.