JOAN MIRÓ I FERRÀ (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983).
"Oda a Joan Miró", 1973.
Litografía sobre papel Guarro, ejemplar XIX/XV.
Firmada y justificada a mano.
Con certificado de autenticidad en el reverso.
Bibliografía: Joan Miró. Litógrafo, V. 1972-1975, pp. 39, 45, rep. 908
Editor: La Polígrafa, Barcelona
Medidas: 104 x 77 cm.
Esta obra forma parte de "Oda a Joan Miró", conjunto de nueve litografías, realizadas en 1973 e impresas por Polígrafa, en las que el artista ilustra los poemas de Joan Brossa, al que conocía desde los años cuarenta a través de Josep Vicenç Foix, y al que también le unía una gran amistad.En palabras de Brossa, la aportación de Miró a sus poesías visuales debía de ser una especie de música que fluyera en paralelo, pero manteniendo la independencia de ambas manifestaciones. En esta litografía observamos elementos mironianos genuinos: un ser semi-figurativo que combin formas humanas y animales, que asociamos indistintamente con la infancia, la fantasía y la creatividad; las líneas curvas que representan fluidez, los colores primarios en contraste con el negro de la silueta, los elementos cósmicos como las estrelllas... Todo ello, enriquecido con la simbiosis conceptual con los poemas de Brossa.
Joan Miró se forma en Barcelona, entre la Escuela de la Lonja y la Academia Galí. Ya en la temprana fecha de 1918 realiza su primera exposición, en las Galerías Dalmau de Barcelona. En 1920 se traslada a París y se encuentra con Picasso, Raynal, Max Jacob, Tzara y los dadaístas. Allí, bajo la influencia de los poetas y pintores surrealistas, va madurando su estilo; trata de trasponer a lo visual la poesía surrealista, basándose en la memoria, la fantasía y lo irracional. Desde este momento su estilo inicia una evolución que le lleva a obras más etéreas, en las que las formas y las figuras orgánicas se reducen a puntos, líneas y manchas de color abstractos. En 1924 firma el primer manifiesto surrealista, aunque la evolución de su obra, demasiado compleja, no permite adscribirle a ninguna ortodoxia determinada. Su tercera exposición en París, en 1928, supone su primer gran triunfo: el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquiere dos obras suyas. Regresa a España en 1941, y ese mismo año dicho museo le dedica una retrospectiva que supondrá su definitiva consagración internacional. Durante la década de los cincuenta experimentó con otros medios artísticos, como el grabado, la litografía y la cerámica. Desde 1956 y hasta su muerte, en 1983, reside en Palma de Mallorca en una suerte de exilio interior, mientras crece su fama internacional. A lo largo de su vida recibió numerosos premios, como los Grandes Premios de la Bienal de Venecia de 1954 y de la Fundación Guggenheim en 1959, el Carnegie de Pintura en 1966, las Medallas de Oro de la Generalitat de Cataluña (1978) y de las Bellas Artes (1980), y fue nombrado Doctor Honoris Causa por las universidades de Harvard y Barcelona. En la actualidad su producción puede contemplarse en la Fundación Joan Miró de Barcelona, inaugurada en 1975, así como en los principales museos de arte contemporáneo de todo el mundo, como el Thyssen-Bornemisza, el MoMA de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid, la National Gallery de Washington, el MNAM de París o la Albright-Knox Art Gallery de Buffalo.