Carmen Rodríguez de Legísima

CARMEN RODRÍGUEZ DE LEGÍSIMA (Galicia, 1896 -1980).
“Bodegón”.
Óleo sobre papel adheridos a lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 73 x 92 cm.
Carmen Rodríguez de Legísima creció en el seno de una familia numerosa, perteneciente a la burguesía rural gallega. Su entorno familiar estaba marcado por una firme tradición católica y conservadora, integrada por juristas y terratenientes.
Desde una edad temprana, Carmen mostró inclinaciones hacia la introspección, el pensamiento espiritual y la contemplación estética. Este temperamento místico, que encontraba en la pintura su forma natural de expresión, se manifestó de manera precoz y fue compartido con su hermana Matilde, quien también cultivó el arte pictórico, aunque sin alcanzar la misma notoriedad.
La estructura económica holgada de la familia posibilitó que Carmen cursara estudios de magisterio en Madrid, aunque jamás ejerció la docencia. Fue en la capital donde consolidó su vocación artística y se vinculó a la Asociación de Pintores y Escultores. Sin formación académica formal en bellas artes, desarrolló su técnica de manera autodidacta, elaborando un estilo muy personal, influido por su mundo interior y su contexto familiar.
Tras la muerte de sus padres y de uno de sus hermanos, la familia se trasladó a Vigo, donde Carmen continuó su actividad creativa. Su primera exposición individual tuvo lugar en 1943 en la Sala Macarrón de Madrid, alentada por el pintor Salaverría. El éxito de aquella muestra derivó en su participación en una exposición colectiva en Londres ese mismo año. A partir de entonces, su obra fue presentada ocasionalmente en diversas ciudades europeas, como Lisboa, Roma o la propia capital británica.
Aunque su reconocimiento en Galicia fue tardío, no se consolidó hasta la década de 1960, su participación en el Salón de Otoño de 1968 y una segunda muestra en la Sala Macarrón en 1965 revalidaron su presencia en el panorama artístico español. Fue en 1979 cuando se organizó su primera gran exposición antológica en el Caixavigo Hall, y en 1985 se le dedicó una muestra monográfica póstuma en el Centro Cultural Caja de Ahorros de Vigo.
Carmen continuó pintando hasta el final de su vida. A pesar de una enfermedad que paralizó su lado derecho, y siendo diestra, aprendió a pintar con la mano izquierda para no abandonar su actividad creadora.
Su legado artístico, conservado en colecciones privadas e instituciones como el Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid y el Museo de Castrelos en Vigo, abarca retratos, bodegones, escenas religiosas y paisajes de su entorno natal. Su obra destaca por una pincelada densa y colorida, especialmente en naturalezas muertas.En palabras del historiador del arte Enrique Lafuente Ferrari, Carmen Legísima fue una suerte de “Solana femenina”.