Bartolomé Montalvo

BARTOLOMÉ MONTALVO (Madrid, 1769- 1846)
"Paisaje con liebre”.
Óleo sobre tabla de nogal.
Firmado con iniciales en el ángulo inferior derecho.
Una réplica autógrafa de una obra con el mismo asunto se conserva en La Casita de El Príncipe de San Lorenzo de El Escorial.
Medidas: 58,5 x 48 cm.

Pintor discípulo de Zacarías González Velázquez, según Pérez Sánchez debió estudiar también en Italia. Su formación se completó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la que se matriculó en 1785 y de la que llegó a ser académico de mérito en 1814. Un año más tarde, en 1815, fue nombrado pintor de cámara de Fernando VII, para quien realizará una serie de paisajes de los Reales Sitios que le permitirá, desde ese momento, gozar de una cierta estabilidad económica hasta su muerte. Años antes, en la temprana fecha de 1795, Montalvo aparece colaborando con Mariano Salvador Maella en la realización de las “Alegorías de las Estaciones” junto a Vicente López, José de Madrazo, José Aparicio, Ramón Lletget, José Leonino Peros, Juan Gálvez y Carlos Mariani. Durante su formación en la Academia se especializó en la pintura de paisajes, aunque nunca abandonó su afición a los bodegones, presentando algunos de ellos en las Exposiciones que desde 1793 realizaban en la Academia. Así, en 1807 expone un “Bodegón con liebre”, en 1808 un “Bodegón de peces” junto a cuatro paisajes y, en 1819, cuatro obras más de similar naturaleza. En 1814 solicitó el título de Académico de Mérito aludiendo entre sus méritos el haber sido pensionado por Carlos IV en el ramo del paisaje, así como el desempeño de varios cargos para el monarca, lo que indica que su relación con la corte se habría iniciado varios años antes. Entre sus obras cabe mencionar las pinturas de marinas y paisajes destinadas a decorar la sala de maderas finas del palacio de El Escorial, así como sus bodegones de caza, deudores de los de Luis Egidio Meléndez. En sus naturalezas muertas se aprecia la influencia napolitana. Respecto a su estética, y especialmente en su faceta de bodegonista, siempre se han valorado sus grandes dotes de colorista y su buen uso de la luz. En los inventarios de bienes realizados tras su muerte descubrimos que el artista poseía una magnífica colección de pinturas y estampas, aunque no sabemos cuántas serían de su mano.