DESCRIPCIÓN
Escuela italiana; siglo XVII.
“San Francisco recibiendo los estigmas”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta leves faltas sobre la superficie pictórica y desperfectos en el marco.
Medidas: 167 x 107 cm; 187 x 127 cm (marco).
En esta obra de carácter devocional se representa el episodio en el cual San Francisco, hallándose retirado en el monte, tuvo una visión en la que se le apareció Cristo, de cuyas llagas surgieron rayos que causaron al santo estigmas en las manos y en los pies. La escena se sitúa en primer término, con el santo en un exagerado contraposto que aporta dramatismo a la escena, vestido con el sayal de los franciscanos y con las Sagradas Escrituras abiertas junto a él. Su rostro en el que el artista imprime la sorpresa con gran verismo queda iluminado por el rompimiento de Gloria en el que se inscribe la figura de Cristo. La monumentalidad de las formas y la calidad del dibujo que se puede apreciar en detalles como los pliegues del sayal en la cintura, provocados por la cuerda, sumados al naturalismo expresivo de la escena nos acercan a la estética de la escuela italiana. La llamada “Estigmatización” tuvo lugar en septiembre de 1224, en el Monte Alvernia. San Francisco decidió hacerse construir una cabaña para aislarse en ese monte, orando, con fray León trayéndole pan y agua, hermano que fue testigo de varios milagros, entre los que destaca el relatado en esta obra. Según la narración de San Buenaventura, se le habría aparecido el Nazareno crucificado, rodeado por seis alas angélicas, imprimiendo al santo las señales de la Crucifixión en manos, pies y costado, heridas que conservaría durante el resto de su vida, intentando esconderlas a la vista de la gente.
San Francisco (Asís, Italia, 1182 – 1226) era hijo de un rico comerciante italiano. Bautizado como Juan, pronto fue conocido como “Francesco” (el pequeño francés), porque su madre provenía de dicho país. Su juventud fue alegre y despreocupada hasta los veinticinco años, momento en que cambia totalmente y empieza a dedicarse al servicio de Dios practicando el ideal evangélico: pureza, desprendimiento y alegría en la paz. Francesco renuncia a la gran herencia recibida de sus padres y decide vivir pobremente, dando ejemplo de auténtico cristiano. Pronto contó con varios jóvenes discípulos, llamados por el santo “orden de los Hermanos menores”. En 1210, el papa Inocencio III les concede la fundación de la nueva orden, además de animarles en sus tareas evangélicas. Fue un personaje de leyenda en vida, considerado una reliquia viviente. Asimismo, su exquisita poesía y su familiaridad con la naturaleza le añaden el acento más humano conocido en un santo, como se puede apreciar en su “Cántico al Sol”