DESCRIPCIÓN
Taller de LORENZO DE ÁVILA (Ávila, c. 1473/1492-Toro, 1570).
“La flagelación de Cristo”.
Óleo sobre tabla. Engatillada.
Presenta restauraciones sobre la superficie pictórica.
Medidas: 100 x 81 cm.
Estéticamente la monumentalidad de las figuras que componen la escena, destaca por el alargamiento de la anatomía y especialmente la postura que adoptan todos los personajes, adquiriendo una torsión que se refleja mayormente en el cuerpo de Cristo. Se trata de figuras de formas suaves pero contundentes, con cuerpos modelados, tanto en los personajes que flanquean la figurs de Cristo, como en el propio Jesús. Respecto al fondo, las dimensiones de la arquitectura en general muestra una sintonía respecto a las figuras, aunque su presencia es meramente circunstancial. Es evidente la atención del detalle y la calidad del artista que se aprecia en los clavos y la corona de espinas que se encuentran sobre el suelo en damero. En cuanto a la iconografía, encontramos la flagelación de Cristo en la columna. A lo largo de la Historia del Arte, y sobre todo a partir de la Edad Media, la representación de la Flagelación de Cristo atado a la Columna ha sido uno de los temas más tratados por los artistas, haciendo de este uno de los momentos en los que mejor podrían expresar el sufrimiento de Cristo durante la Pasión. También sirvió como fuente de inspiración para numerosos literatos místicos que se recreaban en la crudeza del momento, contando incluso la cantidad de latigazos que recibió Cristo, a veces con cifras exageradas como los 5475 golpes de los que nos habla Santa Brígida. Además, esta iconografía era muy poderosa para fomentar la devoción popular, ya que el fiel se conmueve de un hombre que es azotado injustamente. Estilísticamente observamos esta tipología iconográfica para la exaltación de la belleza del cuerpo de un hombre joven, figura que destaca sobre el resto de los personajes que conforman la escena, por encontrarse despojado de sus ropajes, además, en esta representación, el cuerpo de Cristo emana una luz que nos hace poner el foco de atención en su figura. La estética de la obra indica que seguramente pertenezca al círculo artísticos de Lorenzo de Ávila, un pintor renacentista español, también conocido como el Maestro de Pozuelo, en honor a una localidad en la que había pintado un retablo, cuyo nombre se desconocido. Aunque Lorenzo de Ávila nació en Ávila, se le cita por primera vez en Toledo en 1507, donde se le encargaron tres dibujos de tema indeterminado para la catedral, que servirían de modelo para los bordados que cubrirían la cruz procesional del Corpus Christi.Lorenzo de Ávila pudo trasladarse a Toledo a formarse con Juan de Borgoña, cuyo estilo se reflejó en sus pinturas y cuya influencia continuó hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XVI. En 1521 le encontramos en León, donde permaneció hasta 1524, pintando la Disputa de Jesús con los Doctores en el claustro de la catedral, hoy desaparecida. Posteriormente se le registra en Pozuelo de la Orden, en la provincia de Valladolid, donde recibe su primer pago en 1528 por un retablo pintado con Andrés de Melgar, que fue trasladado a la colegiata de San Isodoro de León a principios del siglo XX. Se trasladó a Toro en 1529, donde instaló un taller de pintura en el que trabajaron otros pintores locales, entre ellos el hijo de su maestro, Juan de Borgoña el Joven, Blas de Oña, Alonso de Aguilar y Luis del Castillo.Su hijo, Hernando de Ávila, fue pintor de Felipe II.