Escuela hispano- flamenca; s. XVI.

Escuela hispano- flamenca; siglo XVI.
“San Juan Niño”.
Óleo sobre tabla.
Presenta marco del siglo XVII adaptado.
Medidas: 58 x 44 cm; 85 x 78 cm (marco).
Esta pintura al óleo sobre tabla, perteneciente a la escuela hispano-flamenca del siglo XVI, representa a san Juan Bautista en su niñez, un tema frecuente en la iconografía cristiana que subraya el carácter profético del santo desde su infancia. El pequeño san Juan aparece sentado en un entorno natural esquemáticamente delineado, abrazando con ternura un cordero, símbolo tradicional de Cristo y de su propia misión como precursor del Mesías. La figura infantil, de expresión melancólica y mirada perdida, sostiene además un bastón cruciforme con una filacteria, usualmente portadora de la inscripción "Ecce Agnus Dei", enfatizando así su función profética.
La obra revela las características propias de la escuela hispano-flamenca, una tradición pictórica que se nutre tanto de la minuciosidad nórdica como de la espiritualidad y el simbolismo de raíz ibérica. Esta confluencia da lugar a una estética de gran intensidad emotiva y riqueza formal, visible aquí en el tratamiento detallado del rostro del niño, con sus mejillas sonrosadas y cabellos rizados, así como en la textura minuciosamente trabajada del vellón del cordero y el manto de piel que cubre al santo, en alusión a su vida ascética en el desierto. La factura del paisaje, aunque secundaria, se integra al relato con elementos simbólicos y con una gradación tonal que denota conocimiento del claroscuro y del recurso atmosférico, herencia directa del arte flamenco.
El marco arquitectónico que encierra la pintura, elaborado en madera tallada y con decoración de candelabros, refuerza el carácter devocional de la pieza, que debió de formar parte de un retablo doméstico o de un pequeño oratorio privado. Esta integración del arte pictórico con el mobiliario devocional es una constante en la producción religiosa, particularmente en ámbitos donde el culto privado adquiría un papel importante en la vivencia espiritual cotidiana. La estructura de altar también sugiere la importancia simbólica de la imagen, concebida no sólo como objeto estético sino como mediadora entre el espectador y lo sagrado.

Desde el punto de vista estilístico, la pintura se sitúa en un momento de transición entre el gótico tardío y las primeras influencias renacentistas, perceptibles en la solidez del modelado anatómico y en la organización del espacio. No obstante, conserva una frontalidad y una espiritualidad estática propias del arte medieval, donde el gesto narrativo queda subordinado a la función meditativa. Esta tensión entre realismo y hieratismo es uno de los rasgos más característicos de la escuela hispano-flamenca, que encontró en la representación de santos niños —como el Niño Jesús o san Juan— un tema propicio para conjugar ternura visual, profundidad teológica y simbolismo cristológico.