Escuela del norte de Italia; segunda mitad del s. XVII.

Escuela del norte de Italia; segunda mitad del siglo XVII.
“Retrato de cardenal”.
Óleo sobre lienzo.
Presenta repintes, pérdidas de la capa pictórica y restauraciones.
Medidas: 131 x 96 cm.
En este lienzo se representa al cardenal ataviado con todos los símbolos de su rango, con el bonete sobre su cabeza y las manos apoyadas en el reposabrazos en un rico sillón. Al fondo, se aprecia un gran cortinaje carmesí recogido en el ángulo superior derecho, todos estos elementos simbólicos y escenográficos quedan en un segundo plano, dado que el pintor concentra el protagonismo y la atención del espectador, en el rostro del personaje. Su expresión es amable y abierta pese a lo rígido de su postura; nos mira directamente y esboza una sonrisa. El cromatismo, en torno a los tonos rojos propios de la indumentaria cardenalicia, se conjugan con blancos enormemente matizados y los ocres y terrosos del fondo, unificados bajo una atmósfera naturalista, heredada de las experiencias de Velázquez. Es un aspecto fundamental del retrato del siglo XVII transmitir la personalidad y el ánimo del retratado, que no se expresaba en épocas anteriores centradas exclusivamente en la apariencia externa. El naturalismo aboga por la no idealización del semblante. El rostro del cardenal aparece directamente iluminado, sus rasgos quedan modelados mediante una suave gradación de luces y sombras, y en él la pincelada se torna más corta y controlada, más descriptiva y ceñida al dibujo.
Frente al exuberante y elegante retrato, de virtuosa y elaborada ejecución, a principios del siglo XVII se desencadenó una reacción general afirmada en la austeridad compositiva y en la sobriedad operativa. Así, frente al afán de lucimiento virtuosita del siglo anterior, los retratistas del barroco recuperaron los modelos anteriores de manera más sobria y sólida, centrándose en la caracterización de los personajes, la elegancia de las poses y la delicada captación de las calidades de los diferentes objetos. El hecho de que este género de pintura se desarrollase en mayor, se debe al florecimiento comercial de dichas ciudades. Lo cual favorecía el inició de una incipiente burguesía que aunaba las riquezas estableciéndose así en un rango social más alto y favoreciendo por lo tanto el desarrollo de un género pictórico que favorece la pompa y el reconocimiento personal, como es el retrato.