Escuela española; segundo tercio del s. XVI.

Escuela española; segundo tercio del siglo XVI.
“Cristo, San Juan Evangelista y San Juan Bautista”.
Óleo sobre tabla.
Presenta restauraciones.
Medidas: 74 x 76 cm.
La pintura muestra un grupo de tres figuras dispuestas en primer plano, enmarcadas por un fondo de tonos verdes y nubosos que sugiere un espacio atmosférico pero no profundamente perspectivo. En el centro, Cristo aparece representado como un joven de rostro sereno, melancólico, con túnica clara y manto ocre que cae suavemente sobre su hombro derecho. Su expresión es de recogimiento y su mirada, levemente baja, transmite una sensación de compasión meditativa.
A su izquierda (a la derecha del espectador) se encuentra San Juan Evangelista, identificado por el cáliz con la serpiente que sostiene en la mano, símbolo de su victoria sobre el veneno. Su cabello grisáceo, su rostro de líneas suaves y la ligera inclinación de su cuerpo hacia Cristo lo presentan como figura reflexiva, testigo de lo divino. A la derecha de Cristo (izquierda del espectador), San Juan Bautista señala con el dedo índice a un cordero que reposa sobre un libro abierto, clara alusión al Agnus Dei y a la misión de Cristo como redentor. Su gesto es enérgico y su expresión intensa, generando un contraste con la calma de las otras dos figuras.
El colorido es cálido, dominado por ocres, tierras y verdes, y el claroscuro está tratado con suavidad, sin los fuertes contrastes barrocos de siglos posteriores. Las carnaciones son mates, casi escultóricas, y los pliegues de las telas se representan con un modelado lineal que enfatiza el volumen sin perder la claridad del contorno. La composición triangular es estable y refleja la herencia del Renacimiento, con un cierto hieratismo que recuerda las fórmulas italianas adaptadas por la pintura española de mediados del siglo XVI.
La obra es un ejemplo representativo del tránsito de la pintura hispana entre el gótico tardío y el pleno Renacimiento. La escuela española de este periodo se caracteriza por la asimilación paulatina de las innovaciones italianas (especialmente de Rafael y Leonardo) y del detallismo nórdico, dando lugar a un estilo de gran claridad compositiva, sobriedad cromática y fuerte carga espiritual. La pincelada es contenida, el dibujo subyacente es claro y define las formas con precisión, mostrando la importancia que los pintores españoles otorgaban al diseño (disegno) como fundamento de la pintura.