JOAQUIN MIR TRINXET (Barcelona, 1873 – 1940).
“Paisaje de l'Aleixar”, 1906.
Óleo sobre lienzo encolado a tabla.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 21 x 33 cm; 45 x 57 cm (marco).
Las pinturas de Joaquim Mir realizadas en l'Aleixar, un pequeño pueblo en la comarca del Baix Camp, reflejan un momento clave en la evolución de su estilo. L'Aleixar y sus alrededores fueron una fuente de inspiración importante para Mir entre 1905 y 1906, cuando desarrolló algunas de sus obras más osadas. Fue una de sus etapas más creativas. En este cuadro vemos cómo transforma la vegetación del Camp de Tarragona en una sinfonía íngnea de encendidos amarillos y verdes esmeralda compitiendo con el rojo de las flores y el ocre de la tierra. El cielo se reduce a deshiladas nubes que horadan el azul con ráfagas de blanco. El artista construye el paisaje a través de la luz y el color, subsumiéndolos a un trazo tan enérgico que parece insuflar movimiento a la composición. La obra que realizó en el Camp de Tarragona es destacada por la crítica como de extraordinaria originalidad. Actualmente, es una de sus series más cotizadas. Su lenguaje de este periodo se expresa a través de manchas de color puro, con una pincelada arrítmica e indócil. A través de un lenguaje puramente personal, Mir sintetiza los elementos básicos de un paisaje, sustituyendo la representación objetiva por la expresión anímica que recoge el latido de la naturaleza.
Joaquim Mir estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Jordi de Barcelona y en el taller del pintor Luis Graner. Su estilo recibió también la influencia de la Escuela de Olot, ciudad de origen de su padre. Pronto se sintió incómodo con la enseñanza oficial, anclada en una concepción de la pintura realista, por lo que en 1893 fundó junto con otros compañeros (Nonell, Canals, Pichot, Vallmitjana y Gual) la “Colla del Safrà”, para indagar en común en las iniciativas pictóricas de fin de siglo. En 1896 llegaron a participar como colectivo en la III Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas, a la que Mir presentó dos obras que nos dan una clara idea de los ideales del grupo: “La huerta del rector” y “El vendedor de naranjas”. Asimismo, desde 1897 frecuentaba el ambiente artístico de “Els Quatre Gats”, donde se daban cita todos los artistas conocedores de las vanguardias europeas, lo que le sirvió para madurar en el estudio compositivo de paisajes con figuras en distintos planos de profundidad. De esta época son “Laderas de Montjuic” (1897) y “La catedral de los pobres” (1898), las dos obras maestras de su etapa juvenil. En estos años concurrió a las Exposiciones de Bellas Artes de Barcelona, en sus ediciones de 1894, 1896 y 1898. Ganador de una segunda medalla en la Exposición de Madrid de 1899, ese mismo año se traslada a la capital con el objetivo de opositar a la beca en Roma. Al no conseguirla, marcha con Santiago Rusiñol a Mallorca, en un viaje que supondrá un definitivo punto de inflexión en su carrera. Mir queda deslumbrado por el paisaje mallorquín, en concreto por el de Sa Calobra, que supuso para él una inagotable fuente de inspiración. El artista desplegará desde entonces toda una combinación de colores imposibles, fruto de su interpretación personal de la majestuosa naturaleza de la isla. Las pinceladas se alargaron y se convirtieron en manchas que casi hacían desaparecer los objetos y los referentes espaciales. En 1901 expone individualmente en la sala Parés de Barcelona el fruto de esta primera etapa mallorquina, y obtiene de nuevo segunda medalla en la Exposición Nacional. Tras un periodo de enfermedad que le obliga a trasladarse a Reus, obtiene en 1907 la primera medalla en la Exposición Internacional de Bellas Artes de Barcelona. Desde entonces, instalado en Camp de Tarragona, no se moverá del género del paisaje, pero ahora serán los pueblos de los alrededores los protagonistas de su pintura. Ya consolidado como figura destacada del panorama catalán, adquiere el definitivo reconocimiento a nivel nacional en 1917, cuando se le concede el Premio Nacional de Bellas Artes. Cuatro años después se casa y se instala definitivamente en Vilanova i la Geltrú. Sus éxitos se suceden, y en 1929 obtiene primera medalla en la Exposición Internacional de Barcelona. Al año siguiente gana la medalla de honor de la Exposición Nacional de Madrid, premio que perseguía desde 1922. Si bien fue un pintor principalmente autóctono, realizó muestras personales y colectivas en Washington, París, Pittsburg, Nueva York, Filadelfia, Ámsterdam, Buenos Aires y Venecia. Mir es hoy considerado como el más destacado representante del paisajismo postimpresionista español. Se conserva obra suya en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía de Madrid, entre muchos otros.