Isabel Baquedano

ISABEL BAQUEDANO (Navarra, 1929- Madrid, 2018).
Sin título.
Óleo sobre lienzo.
Presenta desperfectos en el marco.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 65 x 116 cm; 88 x 138 cm (marco).
Isabel Baquedano fue una destacada artista plástica española cuya obra se inscribe en el ámbito de la figuración contemporánea. Considerada una de las creadoras más influyentes de su región, desarrolló una trayectoria artística sostenida y profunda, caracterizada por una constante reflexión visual en torno a la condición humana, la ciudad y el imaginario simbólico.
Su infancia estuvo marcada por las dificultades de la posguerra y la temprana pérdida de su padre, circunstancias que condujeron a su familia a instalarse en Zaragoza. Desde muy temprana edad mostró inclinación por la práctica artística, lo que motivó, posteriormente, su traslado a Madrid en compañía de su madre y hermana para continuar su formación. Ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde completó sus estudios en 1957. Ese mismo año accedió por oposición al puesto de profesora de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona, cargo que ejerció hasta su jubilación. Su presencia en dicha institución resultó decisiva en la configuración de lo que se conoció como la Escuela de Pamplona, un movimiento renovador que impulsó, junto a figuras como José María Ascunce y Gerardo Sacristán, y que influyó en generaciones posteriores de artistas, entre ellos Juan José Aquerreta.
Desde los años sesenta, su obra comenzó a consolidarse en el ámbito artístico nacional. En 1963 presentó en la galería Atril de Madrid una serie de obras de carácter realista, con las que atrajo la atención de la crítica. A lo largo de las décadas siguientes, sus composiciones evolucionaron hacia una figuración cargada de lirismo y melancolía, centrada principalmente en el paisaje urbano. En estas obras, la ciudad aparece como un espacio simbólico, casi onírico, donde figuras humanas aisladas evocan una profunda sensación de soledad. El tratamiento de la luz, la sobriedad de la paleta cromática y la precisión en los encuadres contribuyen a crear una atmósfera de silencio suspendido entre lo real y lo imaginario.
Hacia las últimas etapas de su trayectoria, Baquedano incorporó referencias a la iconografía religiosa y mitológica, reelaboradas desde una mirada personal, poética y silenciosa. Estos trabajos destacan por su serena intensidad, alejados de cualquier grandilocuencia narrativa.
Su obra forma parte de importantes colecciones públicas, como las del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el IVAM de Valencia y el Museo de Navarra, entre otros. Asimismo, su inclusión en exposiciones institucionales de relevancia, como la conmemorativa del bicentenario del Museo del Prado en 2019, evidencia el reconocimiento a su contribución al arte contemporáneo español. Se le atribuye, además, el hito de ser la primera pintora navarra representada tanto en el Museo del Prado como en el Reina Sofía.
Baquedano concebía la creación artística como un proceso eminentemente intuitivo, guiado más por la búsqueda interna que por la planificación previa. Según sus propias palabras, el proceso creativo emergía durante la elaboración de la obra, como una forma de descubrimiento, sin certezas iniciales, y siempre mediado por la necesidad de encontrar una verdad estética en el acto mismo de pintar.
Entre sus numerosas participaciones colectivas, cabe destacar su presencia en la exposición Imágenes de la Abstracción celebrada en 1999 en el antiguo Museo Español de Arte Contemporáneo (MEAC) de Madrid, que reunía propuestas que dialogaban con el lenguaje abstracto desde múltiples enfoques.