Peter Carl Fabergé

PETER CARL FABERGÉ (San Petersburgo, 1846 – Lausana, 1920).
“Zarévich Alekséi Nikoláyevich Románov”.
Plata 84 Zolotniki parcialmente sobredorada.
Peana de época posterior.
Presenta punzones.
Procedencia: colección de Mariano Miguel Maldonado (1825-1921), conde de Villagonzalo y embajador de España en San Petersburgo.
Medidas: 10 x 3 x 3 cm; 7,5 x 5 x 5 cm (peana).
Escultura en plata que representa al Zarevich Alexei Nikoláyevich Románov, heredero del último zar de Rusia. La pieza constituye un ejemplo excepcional de la orfebrería imperial rusa, ejecutada por la célebre casa Fabergé bajo la dirección del maestro Peter Carl Fabergé. La figura, de porte erguido y noble, está vestida con el uniforme de gala de la Academia de Pajes de San Petersburgo, una de las instituciones educativas más elitistas del Imperio, encargada de la formación militar y cortesana de la nobleza. Esta elección iconográfica no solo subraya el estatus del retratado como heredero del trono, sino que refuerza visualmente la relación entre el linaje dinástico, la educación aristocrática y el deber militar en el imaginario del poder ruso de comienzos del siglo XX.
Ejecutada en plata maciza, la escultura presenta una superficie minuciosamente cincelada para reproducir con veracidad la textura del uniforme, el brillo metálico de los botones y la rigidez marcial de la postura. Detalles como el plisado del frac, la disposición simétrica de los botones, el delicado modelado del rostro juvenil y la meticulosa representación del gorro de gala con el escudo imperial en relieve, demuestran el virtuosismo técnico del taller Fabergé. No se trata de una simple miniatura de representación cortesana, sino de una escultura plenamente escultórica, en la que volumen, proporción y fidelidad iconográfica se articulan con un lenguaje refinado y sobrio, ajeno a cualquier exceso decorativo, pero cargado de simbolismo.
Este tipo de retratos escultóricos en metal noble, vinculados a la familia Romanov, se enmarca dentro de una tradición cortesana que encuentra en Fabergé uno de sus máximos exponentes, al combinar excelencia técnica con una profunda carga política y emocional. La escultura de Alexei no solo representa al individuo, sino que se erige como emblema de una dinastía al borde del colapso, capturando en metal precioso la imagen idealizada del heredero como símbolo de continuidad, estabilidad y futuro imperial. La factura irreprochable de la obra y la relevancia de su autor sitúan esta pieza en el ámbito de la alta orfebrería europea, no solo como objeto de lujo, sino como testimonio histórico y artístico del ocaso de una monarquía y del genio indiscutible de Fabergé en el arte escultórico en miniatura.