DESCRIPCIÓN
Escuela española del siglo XVII. Círculo de JUAN DE ARELLANO (Santorcaz, 1614-Madrid, 1676).
“Florero”.
Óleo sobre lienzo.
Lienzo y bastidor originales.
Medidas: 43 x 33,5 cm.
Bodegón de flores perfectamente enmarcado dentro del barroco pleno español, con un magnífico tratamiento de las calidades, los colores y, especialmente, la efectista iluminación tenebrista, que dota a las flores de una presencia y un aspecto tridimensional. Las flores, trabajas en tonos rojos, azules y blancos, surgen de la penumbra en un jarrón de cristal, trabajado con gran maestría. La habilidad en el tratamiento de la pieza permite relacionarla con el prolífico Juan de Arellano, artista especializado fundamentalmente en los cuadros de flores, quien logró una gran destreza en componer, con contrastada paleta, sensuales ramilletes en un lenguaje plenamente inscrito en el barroco español. Tras una primera etapa dedicado a la pintura religiosa, Juan de Arellano decide abandonar la figura para especializarse en el género floral. En este sentido, es necesario transcribir la respuesta que el biógrafo y teórico. Palomino puso en su boca al ser preguntado por su dedicación casi exclusiva a la pintura de flores: «Porque en esto trabajo menos y gano más». Palomino informa también de su posible paso por Alcalá de Henares antes de llegar a Madrid para trabajar en el taller de Juan de Solís. Arellano debió de percibir el éxito que la pintura de flores podría tener en la corte, donde el mercado de aficionados a este género se nutría en buena parte a través de la importación. En sus obras podemos intuir la superación de la tradición de Juan van der Hamen -continuada por su alumno Antonio Ponce, de forma más formal y rígida-, transmutada en una dirección de mayor complicación barroca. Sus primeras influencias las recibió de los ejemplos flamencos, especialmente de Daniel Seghers, gracias a lo cual supo dotar a sus obras de una técnica meticulosa y preciosista que siempre conservó. Además, copió abundantemente los trabajos del romano Mario Nuzzi, conocido como Mario dei Fiori, uno de los mejores definidores del género y muy conocido en España. De él tomó una formulación más movida en los trazos que le llevó en la dirección profusa y exuberante ya comentada. Sabemos que abrió tienda en el centro de Madrid: ya en 1646 tenía una en la calle de Atocha. Llegó a ser una de las más importantes de la capital, donde sus obras fueron conocidas y adquiridas por gran número de nobles, como así consta en los abundantes inventarios conservados. En su taller, además de las pinturas de flores, tenían cabida otros géneros como bodegones, retratos, paisajes, temas alegóricos y religiosos. Se tiene noticia de su colaboración con otros artistas que realizaban las figuras que Arellano rodeaba con sus composiciones florales, como es el caso de Francisco Camilo y Mateo Cerezo. Entre sus discípulos se encuentra su hijo José, que repite los modelos de su padre con una técnica menos depurada que acusa cierta sequedad y un cromatismo más apagado. Continuador de sus bodegones de flores es su yerno Bartolomé Pérez de la Dehesa, que hereda su interpretación sensual de la naturaleza aplicándola a composiciones más sosegadas. Sin embargo, en la técnica está más cercano a los pintores italianos. En el Museo del Prado se custodian hasta once lienzos de Juan de Arellano. La mayor parte procede de las colecciones reales, y también del legado de Xavier Laffite y de la donación de la condesa viuda de los Moriles. De las obras del Prado Bodegón de frutas constituye una excepción a la especialidad del autor, la pintura de flores.