PERE PRUNA OCERANS (Barcelona, 1904 – 1977).
"Desnudo femenino", 1956.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 115 x 86 cm.; 126 x 97 cm.(marco).
Una joven de estilizada figura se apoya en la baranda con una mano mientras que con la otra sujeta un velo transparente que cubre su cabeza. Detrás de ella, se abre un paisaje con una primera línea de altos cipreses entre cuyas largas copas se divisa una casa de campo. La muchacha responde al prototipo de mujer melancólica y frágil, misteriosa y sutil en sus movimientos, que Pere Pruna forjó ubicando a sus modelos femeninos en escenarios calmados, cargados de resonancias metafísicas. Pruna se centró en el retrato y la figura femenina, dotándola de elegancia y delicadeza. Esta pintura sintoniza con la vuelta al orden que abanderaron los vanguardistas (incluido Picasso) en los años treinta y cuarenta, tras la etapa cubista y fauve. De hecho, fue Cocteau, gran amigo de Pruna, uno de los impulsores de este regreso al clasicismo, en el que Pruna encontraría en las décadas siguientes su expresión más auténtica. Este lienzo nos adentra en una atmósfera sugerente, sensual e intimista.
Artista principalmente autodidacta, Pere Pruna completó su formación en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona. Tras empezar a exponer en la ciudad condal siendo aún muy joven, viajó a París en 1921, donde fue ayudado y orientado por Picasso. En la capital francesa realizó una exitosa muestra personal en la Galerie Percier, y entró en contacto con intelectuales como Cocteau, Drieu la Rochelle, Max Jacob y otros, con los que fundó la revista “Philosophie” en 1924. Serge Diaghilev, quien visitó una de sus exposiciones, le propuso además realizar los decorados y figurines del ballet “Les matelots”, en 1925. Desde entonces trabajó asimismo en otras obras musicales, como “La vie de Polichinele” (1934) y “Oriane” (1938), entre otras. En 1928 obtuvo el segundo premio absoluto de la exposición del Carnegie Institute de Pittsburg y posteriormente, de vuela a Barcelona, obtuvo otros galardones como el del concurso “Montserrat visto por los artistas catalanes” (1931) o el Premio Nonell (1936). Este último estuvo rodeado de polémica, porque Pruna lo obtuvo por su óleo “El vi de Chios”, para el cual utilizó como modelo una fotografía publicada en una revista pornográfica parisina. Ante el revuelo causado, Pruna renunció al premio, pero el jurado se ratificó en su decisión. A raíz del estallido de la Guerra Civil, Pruna se instala en París y continúa con su actividad expositiva internacional, destacando su muestra organizada en Londres en 1937. En paralelo trabaja para los servicios de propaganda de Ridruejo, con obras como el cartel conmemorativo de la promulgación del Fueron del Trabajo, y Eugenio d’Ors, Jefe Nacional de Bellas Artes, le introduce en la representación española de la Bienal de Venecia de 1938. Tras la contienda compaginó las exposiciones de pintura de caballete con la pintura mural, género en el que fueron especialmente celebrados sus trabajos en el monasterio de Montserrat. En 1965 ganó el premio Ciudad de Barcelona, y tres años después fue nombrado académico del Far de Sant Cristòfor. Pere Pruna está actualmente representado en el Museo de Montserrat, donde existe un espacio con su nombre, el MACBA de Barcelona y el Museo Maricel de Sitges, entre otros.