DESCRIPCIÓN
Pareja de candelabros "a l'Afrique". Época Directorio, ca. 1795.
Bronce dorado y patinado.
Ojos de porcelana.
Medidas: 42 cm. altura.
Pareja de candelabros escultóricos de gran calidad. Se trata de una tipología decorativa que se puso en boga en el siglo dieciocho basada en el auge del exotismo. En su confección se emplearon los mejores broncistas y ebanistas. Aquí, los dos torcheros representan muchachos africanos realizados en bronce patinado. La negrura de su piel desnuda contrasta con el bronce dorado del collar de cuentas y del paño que los envuelven a modo de faldones cortos, bordados y decorados con pompones y flecos. Las estatuillas se colocan sobre peanas en forma de tambor y sostienen un candelero con cada mano. Los candeleros evocan antorchas y los rematan grandes tulipas de base gallonado.
A lo largo del siglo XVIII, por influencia del ebanista y escultor Andrea Brustolon (el primer autor de muebles exóticos con esculturas de africanos), pero también por ser un siglo espoleado por los escritos filosóficos de Jean-Jacques Rousseau, que ensalzaba las virtudes morales de un retorno a la Naturaleza a través del mito del «buen salvaje», la moda del exotismo quedó particularmente arraigada en la decoración, en el arte y la literatura. De ahí el prodigioso éxito literario de «Paul et Virginie» de Bernardin de Saint-Pierre en 1788, heredera lejana del célebre «Robinson Crusoe» de Daniel Defoe.
En este contexto cabe situar los candelabros "a la africana" que mostramos. Las figuras de esclavos negros como soporte para el mobiliario, así como exentas a modo de veladores, aparecen en primer lugar en la Venecia de finales del siglo XVII, de la mano de Andrea Brustolon (1662 – 1732). Su mobiliario se caracterizaba por la abundante presencia de escultura en bulto redondo. Sus figuras más características fueron los negros como el que aquí presentamos, ebonizados y pintados, que ejercían de soporte para grandes muebles, o bien aparecían de forma exenta. Estas figuras gustaron tanto en toda Europa que pasaron a ser un elemento clave en el mueble barroco de lujo, hasta bien entrado el siglo XVIII. En paralelo a la ebanistería, se desarrollaron los bronces. Se trata de piezas de una excepcional calidad, concebidas como obras de arte independientes.