JOSÉ NAVARRO LLORENS, (Valencia, 1867 – 1923).
"Zoco Moro".
Óleo sobre lienzo.
Sin firmar.
Necesita restauración.
Medidas: 36 x 48,50 cm.; 49,50 x 62 cm. (marco).
José Navarro Llorens se encaminó muy pronto a la pintura, y cursó los correspondientes estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, en su ciudad natal. Tras su periodo de estudiante le perdemos la pista, y no lo reencontraremos hasta 1895 cuando, según Pantorba, concurrió por primera y única vez a la Exposición Nacional de Bellas Artes, obteniendo una mención honorífica. Ese mismo año fue el de la consagración de Joaquín Sorolla, quien obtuvo por unanimidad la primera medalla en dicho certamen. Aun siendo amigos de toda la vida, es posible que Navarro, dado su carácter bohemio y humilde, no ambicionase, como Sorolla, hacer una carrera fulminante, de laureles oficiales y prestigios cortesanos. Parece ser que nunca tuvo intención de proyectar su obra más allá de un limitado ámbito local, como se deduce de que, en sus primeros años, se dedicara a pintar escenas costumbristas y galantes para abanicos. No obstante, sus primeras obras denotan una cierta influencia del estilo de Mariano Fortuny, al que Navarro admiraba, y de cuyo ejemplo pudo tomar la inspiración para, en una segunda etapa, viajar a Marruecos. Este viaje debió tener lugar al poco tiempo de finalizar sus estudios, y en él se dedicó a plasmar temas locales, norteafricanos y orientalistas. A principios del siglo XX fue contratado para decorar un palacio en Buenos Aires, aunque Navarro nunca llegó a Argentina. Se embarcó con tal destino, pero durante una escala del barco en Río de Janeiro el pintor decidió quedarse allí indefinidamente. En la ciudad brasileña siguió trabajando y realizó una exposición que fue muy celebrada. No obstante, la nostalgia de su tierra, absoluta protagonista de su lenguaje pictórico, le llevó a regresar a Valencia, estableciéndose en Godella de manera definitiva. Allí vivió el resto de su vida de manera sencilla y humilde, dando clases de pintura en la Academia del pueblo y pintando incansablemente. Su estilo bebe de diversas influencias, como Fortuny, Domingo Marqués o el luminismo levantino, pero siempre se manifestó profundamente personal, ligado a la propia manera de entender el mundo de Navarro. Su pintura remite a la claridad mediterránea mediante bellas transparencias, una corpórea luminosidad y nerviosos y vibrantes toques de pincel. El suyo es un realismo enérgico, robusto y vital, que convierte la luz en un valor plástico, y hasta táctil, más que cromático. José Navarro está representado en los Museos de Bellas Artes de Valencia y Asturias, el Museo Carmen Thyssen de Málaga y en la colección Gerstenmaier, entre otras colecciones tanto públicas como privadas.