DESCRIPCIÓN
Escuela española de finales del siglo XVIII-principios del XIX.
"Inmaculada".
Madera tallada, dorada y policromada.
Corona de plata.
Peana en madera de época posterior.
Presenta algunas faltas en la policromía y en la madera.
Medidas: 100 x 28 x 28 cm.
Talla en bulto redondo representando a la Virgen en su advocación de Inmaculada. Se muestra a María de pie sobre una nube orlada de serafines. Vestida con una túnica drapeada, une sus manos a la altura del corazón y adelanta la rodilla izquierda, lo que imprime un juego de pliegues naturalistas a las telas. Los cabellos caen en cascada, y los rasgos de su fino rostro y largo cuello aportan una elegancia notable, estilizando su porte. Estilísticamente, la talla se adscribe a la tradición neoclásica, apreciable sobre todo en el sereno semblante, aunque el logrado dinamismo impreso en los jugosos drapeados recogen también la mejor tradición barroca. Los plegados del manto y la túnica, amplios y claroscuristas, están trabajados con notable relieve. El escultor se ha esmerado asimismo en reflejar la expresión de mística serenidad del bello rostro de María.
El dogma de la Inmaculada defiende que la Virgen fue concebida sin Pecado Original, y fue definido y aceptado por el Vaticano en la Bula Ineffabilis Deus, de 8 de diciembre de 1854. Sin embargo, España y todos los reinos bajo su dominio político defendieron antes esta creencia. Iconográficamente, la representación toma textos tanto del Apocalipsis (12: “Apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre la cabeza una corona de doce estrellas”) como de las Letanías Lauretanas rezadas tras el rosario y que contenía epítetos de María tomados del Cantar de los Cantares del Rey David. Uniendo ambos textos y tras una evolución que ya comienza a finales de la época del Gótico, se llega a una tipología muy sencilla y reconocible que presenta a la Virgen sobre el cuarto lunar, con las estrellas en su cabeza y vestida de luz (con un halo en la cabeza sólo o en todo el cuerpo), normalmente vestida de blanco y azul en alusión a la pureza y la eternidad (aunque también puede aparecer de rojo y azul, en relación entonces con la Pasión), las manos sobre su pecho casi siempre y representada joven por regla general.