EMILIO GRAU SALA (Barcelona, 1911 – París, 1975).
""Les chevaux de Luxembourg”. Paris, ca.1960's.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo. Firmado y titulado en el reverso.
Al dorso, una etiqueta menciona que la pintura sería reproducida en el catálogo "Peintres témoins de leurs temps" (1975).
Medidas: 50 x 50 cm; 65 x 65 cm. (marco).
Un niño y su madre contemplan el transitar en círculo de los caballos de un carrousel, en el mítico parque de atracciones del jardín parisino de Luxemburgo. Los temas de la vida festiva, como los circos y las ferias de atracciones, fueron tratados por Grau Sala de un modo particularmente entrañable. La magia y la "joie de vivre" se alían en esta pintura con cierto sesgo nostálgico o melancólico, resultando de ello un cóctel agridulce característico del quehacer plástico de Grau Sala. El dibujo de trazo fino que dota a las figuras de gran elegancia se combina con una paleta en la que los colores parecen pugnar por liberarse de los objetos que los contienen, dada su intensidad fauvista y su variedad de patrones. Estamos ante un pintor que llevó el decorativismo al más elevado grado artístico.
Grau Sala se formó en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, aprendizaje que combinó con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al estallar la Guerra Civil se traslada a París, y ese mismo año de 1936 obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció en la capital francesa conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica y la escenografía. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo. Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX. Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.