DESCRIPCIÓN
Escuela castellana Siguiendo modelos de ALONSO BERRUGUETE (Padredes de Nava, Palencia, c. 1490 – Toledo, 1561).
“Virgen del Calvario”.
Madera tallada, policromada y dorada.
Presenta saltos en la policromía y faltas en la talla.
Medidas: 76 x 30 x 17 cm.
Con las manos unidas frente a su cintura y una expresión de dolor en el rostro el autor recrea la figura de la Virgen. Su postura levemente curvada indica que seguramente formase parte de un grupo escultórico mayor, en concreto un Calvario ya que la expresión corporal que desprende la talla invita a pensar en dicha iconografía donde la Virgen a los pies de la Cruz, contempla a su hijo muerto. Es evidente también que la obra ha sido pensada para ser observada de frente, ya que la zona trasera de la escultura no está trabajada, por lo que es probable que la obra se situase en origen en un altar. En base a sus características formales y técnicas, al escultor castellano Alonso de Berruguete, o bien a su taller. Uno de los referentes fundamentales de la imaginería española del renacimiento, Berruguete fue hijo de un pintor afamado, y aprendió pintura y escultura en el taller familiar. Desde 1507 permaneció en Italia ampliando sus conocimientos de pintura, principalmente en Florencia, donde debió llegar hacia 1512. Allí es citado varias veces por Vasari, quien constata sus contactos con Bramante, Miguel Ángel y Leonardo da Vinci. Estuvo entre los manieristas toscanos discípulos de Andrea del Sarto. Los largos años de estancia en Italia le permitieron conocer profundamente a los maestros del Quattrocento y los modelos de la escultura grecolatina clásica; en su obra hay una admiración profunda por la obra de Donatello, quien le inspira algunos tipos, y, desde luego, Miguel Ángel, por sus volúmenes rotundos y la atormentada “terribilitá” de su obra final, la misma que encontramos en este San Jerónimo. De Leonardo da Vinci aprendió a individualizar los rostros, pese a lo cual todas las influencias confluyeron en un estilo muy personal y un temperamento fuertemente expresivo, que se refleja en sus figuras de un contorno llameante y anguloso que revive la estética del Gótico. En 1523 fija su residencia en Valladolid, donde abre su taller y se dedica a la talla de retablos e imágenes. Una de sus primeras obras importantes en esta ciudad fue el retablo de San Benito, en el que se acusa su vigoroso realismo con toda su grandeza. En 1539 comenzó la talla de la sillería de coro de la Catedral de Toledo, otra de sus obras maestras. Su última obra fue el sepulcro del cardenal Tavera en Toledo, el cual quedó inacabado a su muerte. Berruguete dio muestras de unas preocupaciones formales que, enlazando con la estética expresiva del último gótico, tal y como aquí vemos, y en continuidad con los planteamientos emocionales de Juan de Valmaseda, orientan su producción hacia unas fórmulas licenciosas, radicalmente manieristas. Desde el punto de vista clasicista, sus esculturas adoptan unas proporciones muy particulares, en algunos casos desajustadas, en beneficio de los efectos dramáticos, orientados a conmover al espectador en una opción netamente manierista como bien podemos observar en este San Jerónimo, retorciendo las figuras para dar la impresión de estar sometidas a una terrible angustia interna.