DESCRIPCIÓN
Escuela valenciana; siglo XVI.
“Virgen con el Niño”.
Óleo sobre tabla.
Presenta faltas y restauraciones.
Medidas: 65 x 53 cm.
Como es corriente en las obras de carácter devocional, se limitan los detalles anecdóticos y la composición se simplifica y clarifica, con los personajes en primer término sobre un fondo neutro. La figura de la Virgen y el Niño se muestran monumentales, de formas rotundas y asentadas que copan casi la totalidad de la composición. El Niño y la Virgen no mantienen una cálida conexión con la mirada, aunque el detalle de la madre cogiendo el pequeño pie de su hijo trasmite cierta ternura al espectador. El niño sostiene un pájaro en su mano. Cierran la escena dos ángeles de menor tamaño que sostienen la corona sobre la cabeza de la Virgen. El tema de la coronación de la Virgen, fue relatado en el siglo II por San Melitón, obispo de Sardes y más tarde divulgada por Gregorio de Tours, y Santiago de la Voragine, que la recogió en su famosa leyenda Aurea. La Coronación de la Santísima Virgen es también un tema de devoción en todo el cristianismo. Más allá del arte, la Coronación es un motivo central en las Procesiones Marianas de todo el mundo.
La escuela valenciana se muestra diferente al resto de centros artísticos españoles contemporáneos, gracias a que en la durante gran parte del siglo XV y el siglo XVI existió allí un importante asentamiento de pintores italianos y flamencos. De esta manera, a lo largo de la historia del arte Valencia ha significado un importante foco dentro del arte español, junto a otras escuelas como la andaluza y la madrileña. En Valencia, el cambio del siglo XVII al XVIII no supuso una ruptura respecto a la tradición anterior, sino una continuación de ésta. En 1768 se crea la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, y esta institución determinará un cambio hacia un clasicismo de raíz barroca. A través de ella, los jóvenes artistas se formarán de la mano de José Vergara, Manuel Monfort, José Camarón, Vicente Marzo, Vicente López y Mariano Salvador Maella. Por otra parte, la recuperación económica se traducirá en una pujante burguesía industrial y comercial, que buscará distinguirse socialmente a través del mecenazgo artístico. En paralelo, la Iglesia irá perdiendo su monopolio como único cliente de los artistas. Todo esto determinará un definitivo cambio de gusto, y también de los géneros tratados: la pintura religiosa convivirá ahora con el retrato burgués, el bodegón, el paisaje, los temas históricos y mitológicos y el costumbrismo.