DESCRIPCIÓN
ANDRÉS PÉREZ (Sevilla, 1660- 1727).
"Niño Jesús con orla de flores".
Óleo sobre lienzo.
Reentelado.
Con etiqueta de la Sala Parés de Barcelona al dorso.
Presenta faltas de policromía en el marco.
Medidas: 110 x 82 cm.; 121 x 94 cm. (marco).
Estamos ante un cuadro de calidad en el que confluyen elementos formales y compositivos característicos del siglo XVII propios de la mano de Andrés Pérez: la guirnalda floral que acoge la escena devocional ha sido resuelta extrayendo las justas calidades de las sensuales corolas. En cuanto a la escena central, el coro de ángeles que acompañan a Jesús Niño presentan logrados escorzos y dinamizan sus cuerpos en variedad de posturas. La riqueza plástica se alía con la riqueza simbólica de los emblemas que cada figura porta: los instrumentos de la Pasión (clavos, martillo, escalera...), el paño de la Verónica... todo ello símbolos del Vía Crucis, como lo es también la propia cruz que sostiene Jesús. Con su otra mano, Cristo eleva un cáliz de bronce con una hostia sagrada que brilla con luz interior, mientras posa los pies desnudo sobre un orbe perimetrado por una serpiente, símbolo demoníaco. El Niño Jesús, en edad adolescente, luce una larga cabellera ensortijada y eleva su mirada hacia el Espíritu Santo, que irrumpe en el cielo encarnado en paloma blanca. En torno suyo flotan serafines de rostros cándidos. El conjunto, repleto de personajes en acción, conserva sin embargo un estudiado orden compositivo mediante una distribución simétrica, a partir del eje central que ocupa Cristo y el Espíritu Santo. Gamas frías y cálidas se combina con audacia. La luz contornea y modula las formas, esculpiendo los tiernos cuerpos con suavidad, dotándolos de volumen y movimiento.
Existen pocos datos sobre la biografía del pintor Andrés Pérez, hijo de pintor Francisco Pérez de Pineda, de quien seguramente fue discípulo. Según Cean a pesar de la influencia murillesca propia de la época, Andrés Pérez posee características propias de estilo, como por ejemplo un dibujo muy preciso, personajes de amable expresividad, y amplios escenarios en los que recuerda a ambientes arquitectónicos o perspectivas paisajistas. Las dos obras más relevantes que se conocen de este pintor, se conservan en el Museo de Bellas artes de Sevilla, habiendo sido atribuidas a Ortega y a Lucas Valdés. Sus obras poseen una simbología, marcadamente eucarística, quizás por los encargos para capillas.