DESCRIPCIÓN
Escuela cuzqueña; segunda mitad del siglo XVII.
“San Miguel Arcángeles con donantes”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Presenta restauraciones sobre la superficie pictórica.
Medidas: 109 x 82 cm; 125 x 97 cm (marco).
En esta pintura de lenguaje puramente barroco se representa al arcángel San Miguel, vestido con armadura, con grandes alas desplegadas enmarcado en una leyenda. En este caso concreto, el arcángel que se encuentra inmerso en glorioso rompimiento de gloria se encuentra acompañado de dos figuras terrenales situados en las esquinas inferiores de la obra. Uno de ellos es reconocido cómo san Benito, ya que porta sobre su cabeza una leyenda que le identifica, mientras que la dama religiosa situada a la derecha y que señala a San Miguel no se encuentra identificada por el autor. San Miguel es el jefe de la milicia celestial y defensor de la Iglesia. Precisamente por ello combate contra los ángeles rebeldes y contra el dragón del Apocalipsis. Es además psicopompo, es decir, que conduce a los muertos y pesa las almas el día del Juicio Final. Los eruditos han relacionado su culto con el de varios dioses de la Antigüedad: Anubis en la mitología egipcia, Hermes y Mercurio en la clásica, y Wotan en la nórdica. En Occidente, el culto a San Miguel empieza a desarrollarse a partir de los siglos V y VI, primero en Italia y Francia, y después extendiéndose por Alemania y el resto de la Cristiandad. Las iglesias y capillas que se le dedican son innumerables en torno al año 1000, en relación con la creencia de que en dicha fecha llegaría el Apocalipsis. A menudo, sus templos están localizados en lugares altos, dado que se trata de un santo celestial. Los reyes de Francia le dispensaron una particular veneración a partir del siglo XIV, y la Contrarreforma le convirtió en jefe de la iglesia contra la herejía protestante, dando un nuevo impulso a su culto. San Miguel Arcángel es un santo militar, y por tanto patrón de los caballeros y de todos los oficios relacionados con las armas, así como con las balanzas, por su papel de juez apocalíptico. Su iconografía es de una riqueza considerable, pero relativamente estable. Aparece por regla general con atavío de soldado o de caballero, sosteniendo una lanza o espada y un escudo decorado con una cruz. Cuando combate contra el dragón lo hace a pie o por los aires, lo que permite distinguirlo de San Jorge, que casi siempre va a caballo. No obstante, la gran diferencia entre los dos santos son las alas de San Miguel.
Cabe citar que, durante la dominación colonial española, se desarrolló una pintura principalmente religiosa, destinada a cristianizar a los pueblos indígenas. Los pintores locales tenían como modelo las obras españolas, que seguían de forma literal en cuanto a tipos e iconografía. Los modelos más frecuentes fueron los ángeles arcabuceros y las vírgenes triangulares, sin embargo, en los primeros años del siglo XIX, ya en tiempos de la independencia y apertura política de algunas de las colonias, varios artistas comenzaron a representar un nuevo modelo de pintura con una identidad propia.