Lluis Rigalt

LLUIS RIGALT I FARRIOLS (Barcelona, 1814 – 1894).
“Paisaje con figuras”, 1887.
Óleo sobre tabla.
Firmado con iniciales y fechado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 18 x 34 cm, 32 x 47 cm (marco).

Pintor, decorador y dibujante, hijo del pintor y heraldista Pablo Rigalt i Fargas, Lluís Rigalt se especializó en la pintura de paisajes. Estudió en la Escuela de La Lonja de la ciudad condal y, al parecer, también en Madrid junto a Jenaro Pérez Villamil. En 1841 sustituye accidentalmente a su padre en sus clases de La Lonja, donde después ya sería profesor de perspectiva y paisaje, a partir de 1845 (confirmado en 1850). Desde 1847 participó en las Exposiciones de Bellas Artes de Barcelona, y en 1858 fue galardonado con una mención de honor en la Nacional de Madrid, por el cuadro titulado “Recuerdos de Cataluña”. Como ilustrador, realizó en 1857 un “Álbum enciclopédico pintoresco de artes industriales”, y en 1863 unos “Cartapacios de dibujo para uso de las escuelas de instrucción primaria”. Además, ilustró las obras “España pintoresca” e “Historia de Cataluña”. Destacaron asimismo sus dibujos del túmulo para los funerales de Martínez de la Rosa, levantado en la catedral de Barcelona, así como los de la espada de honor regalada al general O’Donnell por las provincias catalanas en 1862. Además, realizó decoraciones como las pinturas para las habitaciones donde se alojó en Barcelona la reina Isabel II en 1845, así como las del teatro de Santa Cruz, también en su ciudad natal. En 1885 viajó a París con la comisión de instalar las obras de arte presentadas por España en la Exposición de París, y una vez allí quedará fascinado por la actitud de los paisajistas de la Escuela de Barbizon. Lluís Rigalt fue director de la Escuela de La Lonja entre 1877 y 1878, representando una posición más avanzada que la de su predecesor Claudio Lorenzale pues, aunque era aún un romántico como los nazarenos, no participaba del arqueologismo místico de éstos, sino que se acercaba directamente al natural. Además de profesor en Barcelona fue académico de mérito de la de San Fernando de Madrid, y a través de su labor docente, así como de la de su padre, el paisaje comenzó a gozar de una gran consideración en Cataluña, pese a que hasta entonces había sido un género poco cultivado y escasamente apreciado en España. Cultivó un paisajismo muy elaborado, mitificador de la naturaleza y con frecuencia centrado en ruinas románticas, y destacó también por sus numerosos dibujos, que suelen reproducir monumentos y rincones condenados a desaparecer con la reforma urbanística de Barcelona. También dibujó paisajes rurales de Bañolas, el Maresme, Blanes, Lloret, Tossa, Martorell, etc. Está actualmente representado en el Museo del Prado, en la Academia de Bellas Artes de Sant Jordi y en el MACBA y en el Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona, entre otras colecciones públicas y privadas de importancia.