DESCRIPCIÓN
JOSEPH VILLERMÉ (Saint-Claude 1660 – Roma, c. 1720).
“Cristo crucificado”.
Bronce.
Firmado en la zona trasera del paño de pureza.
Medidas: 37,5 x 12 x 4 cm; 62,5 x 24 cm (cruz).
Esta escultura de bronce de Cristo aún vivo se ha atribuido firmemente al maestro artesano Joseph Villermé. Nacido en 1660 en Saint-Claude. El acabado pulido del material, la simetría y el modelado de las formas que siguen el canon clásico de una anatomía equilibrada e idealizada, conforman una imagen que, a pesar del dramatismo contenido en la temática de la crucifixión, trasmite una inmutable belleza que parte de la serenidad estética con la que el escultor ha concebido la obra.
Villermé estudió con Charles Le Brun trabajando en París en los Gobelins durante algunos años antes de viajar a Roma, donde permaneció hasta su muerte alrededor 1720, un grabado de su retrato en 1723 que lleva a conjeturar que su muerte pudo haber ocurrido tres años después.
Conocido por su piedad y humildad, Villermé llegó a dedicar su vida laboral enteramente a la talla de crucifijos en marfil o madera. Este enfoque único produjo obras evocadoras y altamente detalladas del realismo y la belleza más sublimes. Tan dedicado a comprender cómo el cuerpo cuelga adherido a la cruz, al flujo y al movimiento y a comunicar la experiencia de la crucifixión, el escultor realizó numerosos estudios y experimentos clandestinos con cadáveres suspendidos. Según Pierre-Jean Mariette (op. cit.), destacado historiador del arte, reconocido conocedor y biógrafo de artistas franceses, italianos y flamencos, que conoció a Villermé, esta obsesión por resumir los detalles y transmitir la verdad casi le cuesta la vida al escultor. Tras obtener un cadáver de un hospital, Villermé no tomó suficientes precauciones para protegerse contra la virulenta infección que había matado al hombre. Villermé se recuperó para continuar viviendo una vida austera, consolada por su fe y dedicada a una subespecialidad que le proporcionó una carrera edificante pero económicamente poco gratificante. Según Dubus (op. cit.), el marqués de Chennevieres, que publicó las notas manuscritas de Pierre-Jean Mariette, declaró que, de todos los grandes escultores de Versalles, de los Gobelinos e incluso de Roma, ninguno había logrado traducir mejor el arte y la fe de su siglo y de su país que Villermé. Se dice que varios crucifijos del maestro entraron en la colección del marqués Pallavicini, quien, equipó una galería entera con la obra del escultor. Sin embargo, han surgido pocos ejemplos documentados del trabajo de Villermé.